Riesgo cardiovascular y sueño

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Varias investigaciones han demostrado que dormir bien puede reducir el riesgo de infarto y accidente cardiovascular.

Un estudio presentado recientemente en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología indicó que siete de cada diez casos de patologías cardiovasculares pueden prevenirse durmiendo bien.

Sabemos que el dormir es esencial para el bienestar físico y el buen funcionamiento de todos los órganos del cuerpo.

Pero ahora, además, sabemos que comprender la importancia del dormir es fundamental en la prevención y tratamiento de las enfermedades cardiovasculares.

Por eso se ha considerado que la enseñanza de lo necesario que es respetar las horas de sueño debería ser algo que se inicie desde la temprana infancia, en el hogar.

Y lo más indicado es enseñarlo con el ejemplo. Es decir que los adultos tengan una buena rutina de sueño para que los niños aprendan por imitación, aún sin comprender las causas.

La investigación citada demostró que si todos los individuos que integraron el grupo de estudio hubiesen respetado una rutina de sueño saludable, tanto en horarios como en calidad, los riesgos de sufrir complicaciones cardíacas se hubieran reducido en un setenta y dos por ciento.

Salud cardíaca y sueño

La corta duración o la mala calidad del sueño están asociadas con presión arterial alta, colesterol elevado y aterosclerosis.

La no observancia de un sueño reparador también se correlaciona con otros factores de riesgo para la salud general, no solamente la cardíaca.

  • Mala alimentación y aumento del peso corporal. Cuando dormimos nuestro cuerpo segrega una hormona, la grelina, que es la que regula el hambre.

  • Diabetes. Se ha demostrado que perder tan solo dos horas de sueño por día puede provocar una mayor resistencia a la insulina y una disminución de la tolerancia a la glucosa, en condiciones de laboratorio.

  • Inflamación sistémica. Mientras dormimos el sistema inmunológico libera proteínas que ayudan a proteger contra la inflamación y las infecciones.

Además la falta de sueño puede afectar la toma de decisiones y producir ansiedad porque reduce el tiempo de reacción y conduce a una menor precisión en las habilidades motoras, afectando el desempeño diario en el trabajo y también el estado de ánimo.

La buena noticia es que también se ha demostrado que la extensión del sueño a niveles normales después de la deprivación, puede ayudar a normalizar la presión arterial y reducir el riesgo cardiovascular. Y también es probable que los otros cambios fisiológicos asociados con la carencia de sueño mejoren.

Pero no sólo se trata de cantidad de sueño

El buen sueño debe ser continuo.

Los despertares frecuentes, cualquiera sea el motivo, interrumpen y reinician las etapas del sueño, lo que resulta en una deuda de sueño que el cerebro debe alcanzar para recuperarse por completo.

Para tener lo que se llama un sueño de buena calidad es necesario seguir una serie de pautas que, lamentablemente, están muy descuidadas en la agitada vida actual.

Tal vez el más importante sea el adoptar una rutina de sueño. Acostarse y levantarse a la misma hora tiene una importancia destacada, porque el cuerpo se acostumbra y ya se predispone naturalmente para descansar a cierta hora.

Si eventualmente, en los días festivos o en las vacacioens, se alteran esas rutinas, lo más adecuado sería tratar de recuperarlas a la brevedad posible. Y tratar también de que la rutina no se altere la noche anterior al comienzo de la semana laboral.

También tiene importancia dormir en habitaciones lo más oscuras posibles. Con temperaturas no extremas y tratando de que al dormitorio no lleguen ruidos del exterior.

Es fundamental no utilizar dispositivos electrónicos como el televisor o el celular, por lo menos una hora antes de acostarse.

No utilizar la cama como lugar de trabajo o de comida. Y si es posible renovar el colchón periódicamente.

Armarse una rutina previa al momento de ir a dormir también puede ser algo muy favorable, especialmente para aquellas personas que tienen dificultades para conciliar el sueño. Un baño tibio, escuchar música que induzca a la relajación corporal, meditar, son opciones que cada uno puede adoptar según su gusto y necesidad.

También es importante no ir a dormir inmediatamente después de una cena copiosa.

La última comida del día debería ser frugal y realizarse unas dos horas antes de ir a descansar, evitando las bebidas alcohólicas y sustancias estimulantes, como el té negro o el café.

Despertar sintiéndose lento, confuso, deprimido y con poca energía es la mejor señal de que el sueño, aunque haya cumplido con las horas recomendadas, no fue de buena calidad.

El sueño excesivo tampoco es bueno

Ocho horas de sueño es la medida estándar para considerar que una persona adulta ha dormido lo suficiente.

Por supuesto cada persona es diferente, de manera que algunos necesitan solamente seis horas y otros pueden necesitar nueve.

Algunos investigadores han sugerido que el sueño excesivo puede estar asociado con un mayor riesgo de aterosclerosis, especialmente en mujeres, pero no hay conclusiones certeras al respecto.

Cuando se duerme en exceso se incrementa el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 porque se elevan los niveles de azúcar en la sangre.

También pueden verse afectadas la concentración y la correcta actividad del cerebro en nuestra rutina diaria.

De modo que, como en casi todas las cosas de la vida, lo mejor es no excederse. Ni mucho ni poco sueño. Simplemente el necesario.

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