Humanización de los sentimientos animales

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Cuando observamos las reacciones de los animales, ya sea los domésticos o los salvajes, les atribuimos sentimientos a cada una de sus manifestaciones naturales.

Suponemos que, si alguien llama a la puerta del hogar y el perro ladra, lo hace porque es “guardián” y quiere avisarnos de que hay extraños afuera. Y si mueve la cola suponemos que está contento.

Pero ¿sabemos a ciencia cierta qué sienten los animales y por qué reaccionan de una manera u otra?

La realidad es que no lo sabemos. Pero proyectamos en él nuestros sentimientos y pensamientos humanos.

Esta humanización de los animales, especialmente en el caso de los domésticos, ha llegado, en los últimos tiempos, a situaciones realmente extremas.

Las investigaciones de los etólogos

Los etólogos, especialistas en el estudio del comportamiento animal, están abocados a conocer las intenciones reales de los animales y sus sentimientos.

Y los resultados de sus investigaciones están logrando instaurar cambios en la forma en que tratamos a los animales.

Y no solamente a los domésticos, con los que comnpartimos la vida diaria, sino también a los que viven en la naturaleza y reciben un trato que, a la luz de estas investigaciones, podría ser considerado discriminatorio y cruel.

Para muestra basta un botón, suele decirse.

Una revisión científica publicada en noviembre de 2021 por la Escuela de Economía y Ciencias Políticas de Londres concluyó que algunos crustáceos y los pulpos pueden experimentar dolor y sufrimiento.

La consecuencia de este hallazgo sería la prohibición, a futuro, de cocinar vivos a las langostas y a los pulpos, en el Reino Unido.

Disposición que ya ha sido adoptada en Suiza, que fue el primer país en el mundo que prohibió este método culinario.

Al respecto ha crecido también la polémica porque, si bien los investigadores pueden hacer inferencias científicas sobre cómo se siente un animal basándose en pistas observables de la fisiología o el comportamiento, los sentimientos son subjetivos.

Quienes apoyan la teoría de que los animales tienen determinados sentimientos que pueden ser equiparados con los del ser humano, sostienen que los estudios encefalográficos de muchos animales presentan, bajo ciertas condiciones de vida consideradas estresantes, ondas cerebrales gamma. que pueden indicar malestar e incomodidad.

En las personas, las ondas gamma se asocian con la ansiedad y el estrés.

Darwin fue el primero en suponer que los animales pueden tener sentimientos

Durante varios siglos, los pensadores occidentales rechazaron la posibilidad de que los animales tengan la capacidad de sentir.

Pero Charles Darwin se opuso a esa tendencia, porque propuso una capacidad evolutiva para la emoción compartida entre las distintas especies, destacando por ejemplo, que en casi todos los animales, el miedo ante un peligro hace temblar el cuerpo, igual que en los humanos.

En la actualidad los etólogos usan el término "afecto" para los estados mentales generales a los que prefieren calificar nomo “negativos” o “positivos”.

De modo que han señalado que algunas experiencias probablemente son específicas de determinadas especies animales pero que, por ejemplo, ciertas situaciones, como el cautiverio, pueden provocar depresión en todas las especies, no solamente en los humanos.

Lo cual ha desembocado en un mejor trato para los animales, aún los que viven en la naturaleza.

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