Microscópicos pero más indestructibles que un súper héroe: los tardígrados

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Los tardígrados, también conocidos como “ositos de agua” por su forma de desplazarse, son invertebrados microscópicos, del tamaño de un ácaro del polvo, que habitan en los muros, a menudo cubiertos de musgo, de los jardines, pero que también pueden hacerlo en el agua.

Los ejemplares adultos pueden ser observados a simple vista, porque alcanzan hasta 0,5 mm de largo.

Se alimentan de bacterias, algas o bien succionando el jugo de las plantas del jardín.

Están considerados como los representantes más resistentes del reino animal.

Soportan temperaturas inferiores a 200 grados bajo cero, la carencia total de agua en el ambiente, sobreviven en el vacío y soportan radiaciones quinientas veces superiores a las que matarían a un humano.

La indestructibilidad del tardígrado se deriva de sus adaptaciones al entorno. Y es por esta razón que está siendo estudiado por los investigadores que intentan preparar a los humanos y los cultivos para soportar los rigores de los viajes espaciales.

Una proteína inigualada

Los tardígrados producen una proteína que hasta ahora no fue encontrada en ningún otro animal en la Tierra.

Se trata de una proteína "supresora de daños", que se une al ADN y lo protege físicamente de formas reactivas de oxígeno.

Insertando el gen de esa proteína en plantas de tabaco, los investigadores lograron proteger a las plantas de la exposición a una sustancia química que daña habitualmente a su ADN.

Las plantas con ese gen extra no sólo crecieron más rápido que las que no lo tenían, sino que también sufrieron menos daños en el ADN cuando fueron expuestas a la radiación ultravioleta.

Estas experiencias podrían ayudar a la especie humana a colonizar el espacio exterior, porque los cultivos alimentarios, las levaduras y los insectos podrían ser rediseñados para producir proteínas tardígradas que permitirían a esos organismos crecer en naves espaciales donde los niveles de radiación son elevados en comparación con los de la Tierra.

Algunos investigadores ya han ido aún más allá, y han insertado el gen de la proteína supresora de daños en células humanas, en el laboratorio.

De manera que si la humanidad avanza en la conquista del espacio exterior, tal vez tenga que recordar que nada ni nadie debería ser considerado demasiado pequeño cuando se trata de lograr un gran progreso.

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