La salud intestinal es fundamental. ¿Lo sabías?

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Numerosas y muy recientes investigaciones han demostrado que el buen funcionamiento intestinal es imprescindible para una salud plena.

Y muchos nos hemos habituado a escuchar la palabra microbiota y, especialmente nos hemos enterado que era muy importante la composición de la microbiota intestinal para una buena salud integral.

O sea que de nuestra microbiota dependen nuestro sistema inmune, el buen funcionamiento de las glándulas endocrinas, la salud cardíaca y también la salud mental.

Qué es la microbiota

La microbiota puede definirse como el conjunto de bacterias que colonizan la piel, el aparato digestivo y el genital.

Su composición va variando a lo largo de nuestra vida.

Las bacterias que la componen cumplen una función de protección de enfermedades y agentes patógenos y ayudan a metabolizar los alimentos ingeridos.

También colaboran en la producción de algunas vitaminas y regulan la secreción de neurotransmisores intestinales y algunos péptidos esenciales.

Alteraciones de la microbiota

Cuando la microbiota se altera, al comienzo se producen trastornos digestivos que al enumerarlos nos resultarán muy conocidos: flatulencias, molestias y dolores de tipo espasmódico, constipación, diarrea, dolores de cabeza y una sensación de falta de energía general.

Si el desequilibrio se incrementa, aumenta el riesgo de enfermedades autoinmunes, algunos tipos de cáncer digestivo, obesidad, diabetes, fibromialgias y Parkinson.

Por el contrario, un nivel elevado de bacterias intestinales se asocia con un mejoramiento de la salud y el bienestar general.

Factores que deterioran la microbiota

Varios factores comunes al modo de vida predominante en la actualidad pueden deteriorar la microbiota.

  1. Una almentación que incluye la ingesta de alimentos ultraprocesados, abundantes en grasas y en sustancias químicas agregadas.

  2. Pocas horas de sueño.

  3. Altos niveles de estrés durante períodos prolongados.

  4. El consumo excesivo y sin control médico de antibióticos.

Síntomas de un probable deterioro de la microbiota

Alteraciones estomacales. Incluyen algunas ya mencionadas (flatulencias, constipación, diarrea) y también el reflujo, que se ha vuelto muy común, aún entre personas muy jóvenes sometidas a altos niveles de estrés.

Modificaciones en el peso corporal. Las variaciones bruscas en el aumento de peso que no tienen aparente causa que las justifique, pueden ser consideradas una señal de que la microbiota se está modificando.

Alteraciones del sueño. Cuando se producen cambios en la duración o en la calidad del dormir sin que medie alguna razón emocional que lo justifique, también se debe considerar, entre las posibles razones, un cambio en la microbiota. Este proceso conduce a la fatiga crónica.

Alteraciones cutáneas. Las más comunes sueles ser la psoriasis y el eczema.

Enfermedades autoinmunes. La candidiasis vaginal, la fibromialgia y la periodontitis son algunas de las alteraciones que pueden ser causadas por una microbiota deficiente, al incrementarse la inflamación sistémica.

Intolerancia a ciertos alimentos. Es común la intolerancia a la lactosa. Todas las intolerancias alimentarias se deben a que alguno de sus componentes resulte difícil de digerir para un intestino enfermo.

Cómo colaborar con la recuperación de la salud intestinal

Si nos parece que nuestra salud intestinal puede estar alterada, por supuesto debemos considerar una consulta médica a la brevedad posible.

De todos modos hay algunos hábitos que podemos adoptar en nuestra vida diaria y que nos ayudarán a mantener una buena salud intestinal.

  1. Controlar los niveles de estrés.

  2. Dormir lo suficiente en cuanto a cantidad de horas y también prestar mucha atención a la calidad de nuestro sueño.

  3. Comer en un ambiente relajado y masticar muy bien los alimentos que ingerimos.

  4. Mantener un buen nivel de hidratación pero evitando el consumo excesivo de gaseosas o aguas saborizadas.

  5. Prestar atención a cualquier posible intolerancia alimentaria.

  6. Observar una alimentación variada, con el menor consumo posible de alimentos muy procesados.

  7. Evitar el consumo excesivo de bebidas alcohólicas y sustancias estimulantes, como el café y el té.

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