Una alimentación adecuada mejora nuestro cerebro

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Los alimentos pueden influir en nuestros pensamientos, estados de ánimo y comportamientos.

De manera contrapuesta con lo que la ciencia sostenía hace un siglo, en la actualidad se sabe que el cerebro humano puede producir nuevas neuronas a lo largo de toda la vida.

Y también que nuestra alimentación influye para que el proceso de neurogénesis pueda ser llevado a cabo.

Estudios recientes han demostrado que la alimentación puede tener impacto sobre diversos procesos, como la atención, la memoria, la concentración y la creatividad.

También sobre nuestro estado de ánimo y, como consecuencia, sobre nuestras relaciones sociales.

La evolución y complejidad de nuestros procesos mentales mejora a expensas de la neuroplasticidad o sea de la capacidad de nuestro organismo para establecer nuevos circuitos neuronales y activar diferentes áreas de nuestro cerebro que nos permitan realizar acciones de mayor complejidad.

Ahora también sabemos que nuestro intestino es, después del cerebro, el órgano que tiene más terminaciones nerviosas y produce la mayor concentración de serotonina, razón por la cual se está considerando que un tratamiento que mejore la flora intestinal puede coadyuvar en los tratamientos medicamentosos con antidepresivos.

De manera que cuidando nuestra alimentación podemos mejorar algunas funciones de nuestro sistema nervioso central.

Grasas saturadas y azúcar refinado

El consumo elevado de azúcares refinados y grasas saturadas, una combinación que se encuentra habitualmente en los denominados alimentos chatarra, produce en nuestro organismo una mayor secreción de insulina y estrés oxidativo, que combinados conducen a un proceso inflamatorio generalizado.

Se ha demostrado que el consumo excesivo de azúcar, al producir inflamación en el cerebro, produce trastornos de la memoria.

Las dietas ricas en grasas y alimentos procesados se asocian con una menor función cognitiva y con una mayor incidencia de enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer, el Parkinson y la esclerosis múltiple.

Además nos llevan a padecer enfermedades crónicas y degenerativas, que van desde alteraciones cardiovasculares y metabólicas hasta cáncer.

Deficiencia de vitaminas y minerales

Los déficits de vitaminas y minerales provocados por una alimentación inadecuada pueden precipitar enfermedades nutricionales que impactan negativamente en el cerebro.

Bajos niveles de niacina (vitamina B3). Producen pelagra, una enfermedad muy común en los países no industrializados, que puede producir demencia.

Esta vitamina se obtiene consumiendo alimentos cárnicos y pescado.

Se ha demostrado que el aumento de los niveles de niacina mitiga los efectos de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, el Huntington y el Parkinson.

Bajos niveles de vitamina C. Los bajos niveles de vitamina C en embarazadas pueden perjudicar el desarrollo cerebral del feto.

En niños pequeños perjudica el desarrollo cerebral y puede producir daño neurológico

La vitamina C es importante para la producción y liberación de neurotransmisores y optimiza la conexión entre las células cerebrales.

En los adultos la carencia de vitamina C puede provocar escorbuto, una enfermedad actualmente poco común, pero que producía debilidad general y podía contribuir a que una persona sufriera alucinaciones.

Bajos niveles de yodo. Este mineral es fundamental para el desarrollo humano.

En la embarazada, la carencia de yodo retrasa el crecimiento fetal.

En el recién nacido puede provocar hipotiroidismo y retraso intelectual, talla pequeña y dificultad para caminar.

Por esas razones es que, en el siglo pasado, se incorporó yodo en la elaboración de la sal de mesa.

Triptófano

El triptófano es el principal regulador del estado de ánimo porque es un aminoácido precursor de la serotonina, también conocida como la hormona del humor.

El triptófano disminuye la tensión y la ansiedad, y podemos incorporarlo naturalmente a nuestro organismo consumiendo carne, pescado, huevos, nueces y bananas, entre otros alimentos que sería largo enumerar.

Niveles bajos de triptófano en la sangre indican niveles bajos de serotonina en el cerebro.

La consecuencia son cambios bruscos en el estado anímico y también dificultades para conciliar el sueño.

De todo lo dicho podemos concluir que si consumimos alimentos de buena calidad, nutritivos y poco elaborados, en la cantidad necesaria, no solamente mejoraremos nuestra salud física, sino también nuestra vida social y laboral… y nos sentiremos mucho más felices.

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