Un estudio realizado en los Estados Unidos demostró que establecer relaciones amistosas con personas adineradas puede ayudar a niños y jóvenes pobres a salir de la pobreza.

Las relaciones entre personas de diferentes clases sociales pueden tener una profunda influencia en la vida de niños y adolescentes de escasos recursos económicos, desde la elección de las escuelas a las que asisten, hasta los trabajos que obtendrán a futuro.

Esto se debe a que las personas que están fuera de la órbita inmediata de un niño pueden mostrarle opciones para el futuro que de otro modo nunca considerarían, como asistir a la universidad o cursar ciertas carreras.

Un estudio reciente, realizado por la Universidad de Harvard, comprobó que si un niño relativamente pobre vive donde puede hacer aproximadamente la misma cantidad de amigos ricos que el niño rico promedio en los Estados Unidos, el ingreso adulto de ese niño pobre será un 20% más alto, en promedio, de lo que podría haber sido en caso de no contar con esa red de contención.

Y en la actualidad las redes sociales facilitan mucho ese tipo de relaciones.

Cuanto mayor sea el número de personas ricas con las que una persona pobre entra en contacto en su vida diaria, por ejemplo en la escuela, en el trabajo o en la realización de tareas comunitarias, mayores serán las posibilidades de esa persona pobre de progresar en la escala social, obteniendo mejores ingresos.

Pero ese contacto debe implicar también el establecimiento de una relación cercana y directa, de manera que tanto los más ricos como los más pobres trabajen para obtener un logro común y se integren para alcanzar una finalidad concreta.

Un claro ejemplo del tipo relaciones que es necesario propiciar, tanto por los encargados de formar políticas públicas como para las autoridades de los centros de estudios, es el que ofrece una organización sin fines de lucro llamada Inner City Weightlifting, con sede en Dorchester, Massachusetts.

La misión de esta organizacióon es conectar a personas de diferentes mundos sociales.

La organización capacita a personas de entornos pobres para trabajar como entrenadores personales de gimnasia y luego los conecta con una clientela más adinerada que contrata sus servicios.

El Director de esa organización considera que los entrenadores y sus clientes establecen una relación amistosa, de manera que, en muchos casos, esos clientes se interesan por ayudar a cumplir alguna meta comercial o de estudios a esas personas que, además de brindar un servicio logran acaparar su interés.